domingo, 27 de julio de 2008

SMILE

La alegría de un silencio que se alarga
de una bruma que desciende oscurecida
de la noche que nos llega
de la huida

La alegría del rechazo y de la ira
de la lluvia que humedece un prado yermo
de la luz que nos fulmina
como a un muerto

La alegría del despecho inmerecido
del tormento y el ocaso de una idea
de la lágrima que cae
del olvido

La alegría
la alegría de este adiós que nos lastima.




Quand on aura allégé le plus possible les servitudes inutiles, évité les malheurs non nécessaires, il restera toujours, pour tenir en haleine les vertus héroïques de l'homme, la longue série des maux véritables, la mort, la vieillesse, les maladies non guérissables, l'amour non partagé, l'amitié rejetée ou trahie, la médiocrité d'une vie moins vaste que nos projets et plus terne que nos songes: tous les malheurs causés par la divine nature des choses.


M. Yourcernar

miércoles, 16 de julio de 2008

LACRIMOSA


Mundos nacen y mueren cada segundo. Esta luz que choca en mis pupilas no es ya la luz que vi al abrir los ojos. Esa pluma en el piso no es ya la pluma que el viento arrastró hasta aquí. El fuego del amanecer quizá alcance los mismos tonos que el arrebol del ocaso, pero es tan distinto.

Sentir pena por cada vez que muero y dolor por cada vez que nazco puede ser una sensiblería pueril, mas me niego a renunciar a ello: la vida no es un asunto para cobardes.

Escucho: demasiado rápido, mucha presión, no nos conocemos, no estoy lista, no puedo, no quiero, así es la vida.

Respondo: nada he traicionado, a nadie he mentido, de nada me arrepiento.

¡Que nunca mi amor deje de ser excesivo!
Avísame si alguna vez tú también pierdes la cabeza.

Quizá te olvide, ángel risueño, pero dudo que algún día deje de extrañar lo que hasta hoy he visto en ti.


Hace pocos días no imaginaba que este post sería un réquiem.
Un réquiem por ella y por mí.

viernes, 11 de julio de 2008


Mierda, estómago, cálmate.

Poco hay esta mañana que no sea ella deambulándome entre oreja y oreja.

Curioso: conozco bien este sentimiento, pero nunca lo he sabido controlar.

—¡Hola!
—Espera, llámame luego.

¿Es dulce o amarga esta sensación de no estar en control de nada?

Again: tu-ti-tu-ti-tu-tu

—Oye, yo te extraño en serio.
—Ya sé: malo.

Piiiiiiiiiii… Teléfono en mi, pero bemol, con una B enorme. Mentira: es el corazón, que ha muerto un poquitín.

Y el estómago sigue, vaciándose de pena inútil.
Nervioso nervioso. Descompuesto.

En fin, nada hay nuevo aquí:

Le bonheur est dans l'amour l'état anormal.

¡Diablos!





Pic: Caramel

sábado, 5 de julio de 2008



Llevo una luna agujereada en las costillas,
un talismán de miel en la cintura,
el labio de una flor en la pupila.

Ella me sonríe,
yo la miro.

¿De dónde vienes, diosa alada?

¿Te quedarás?




Perdona si mis ojos te incomodan,
pero es que no puedo
¡no puedo!
saciarme de ti.

Llevo un tambor de gozo entre las cejas,
una pradera roja en el futuro,
y en ti,
en ti llevo un amor azul.


viernes, 4 de julio de 2008


Esta ciudad me crece y me castiga.
Me dice:
“mis calles pululan con flores de pradera”,
y luego me corta las manos,
extirpa mi nariz.

Hervidero de colmenas,
tienta mis andares
con exclamaciones y lamparazos gritones,
pero en seguida advierte:
“en aquel zaguán tu muerte”.

Ahí una columna de marfil brillante,
allá una plazoleta de amapolas,
aquí y en todas partes una falda rabiosa
que campana
que tesoro
que amanece,
y luego repite:
“bajo aquel árbol tu fin”.

Voy por tanto en pasos de cautela,
premonitorio como lechuza en el ocaso,
augural como delirio en fiebre.

Del portal de la esquina estira una sombra su manaza abrupta.
La esquivo y me refugio entre vitrinas,
como si en ello renaciera la mañana.

Tiembla el sol en los espejos.
Cruza un algodón de humo.
Timbra y timbra el peso de los autos.

Un viejo pordiosero me contempla;
increpan sus ojos un llamado a duelo:
“¡dame una moneda, amigo!”
Tengo, pero no.

Entonces un autobús me asalta por la espalda,
y yo huyo (chiquitito chiquitito)
hacia mis suburbios de cristal.

Esta ciudad no me quiere para vagabundo.