viernes, 25 de diciembre de 2009


La laguna me golpea con una ráfaga blanca.
No sé si siento alivio o rencor
(ni pretendo averiguarlo);
simplemente avanzo,
un metro dos
y me detengo entre una nube de vapor.

Soy una mancha que empuja su cansancio por el páramo.

Si tan solo supiera del calor que me espera
(agotada la penuria).
Si pudiera intuir mi redención,
ese amor total,
que ha venido en un bus,
y me espera en una plaza.

¡Si pudiera ser algo distinto a esta espina en la borrasca!

Pero no
no puedo;
me deshago entre gotitas de hielo y una fatiga que hierve.

Y no hago más que avanzar,
como una hormiga,
por la inmensidad de lo creado.

martes, 15 de diciembre de 2009

Viento entre los maíces
y el agua fría que resbala.

Del otro lado del cañón pintadas unas torres:
el pueblo que no he de ver,
tantos y tantos que se escapan.

Hacia el norte el macizo nublado es un augurio agotador.
Soy tan, tan chiquito.
¡Tan un punto en la ladera!

Resoplo,
traqueteo,
goteo mi calor sobre el asfalto,
como marcando el camino para poder volver.
No tengo ningún temor ante el riesgo de perderme,
aunque sé que lo haré.
Es lo que busco.