sábado, 21 de junio de 2008

Obertura ilegible

Todo lo que hace falta decir se lo debe decir uno a sí mismo.

Pensar (hablar, si se quiere, hacia adentro o hacia afuera) es (¿siempre?) buscar, armar ideas y fijarlas, construir realidades, recorrer espacios que no existen hasta el momento mismo en que se los piensa (o se los nombra), y quizá ni siquiera entonces.

Luego uno se detiene y contempla: lo hablado, lo construido, lo recorrido. Y dice (o lo piensa, que es lo mismo): "esto me gusta", o "esto es una mierda", o cualquier otra cosa.

Pero lo fijado (por eso de que hablar equivale a nombrar, y esto es, en esencia, definir), queda fijado ya: registro de lo que fue, de lo que debió o pudo ser, del mundo (un cierto mundo) en un momento y una mente y un lugar... No, no, no: el registro se mueve, se "desfija", baila y baila escapando al estatismo, aunque todo eso ya no depende de él (del registro, digo), sino de quien accede a él por los artilugios del azar (¿o es el destino?) ¡Bah!...

De cualquier forma, pensar, hablar, registrar están de acuerdo en algo: todos son tiempo, tiempo que pasa, y su presencia aquí (o en cualquier otro lado) da cuenta de ese tiempo que no perdona.

Pienso: ¿Qué cosa hay más inexorable, más cruel que el tiempo?

Pic: Drunqui Caramel
Esta noche me cruje algo nuevo en la tripa.

Me aferro, entonces (empiezo a hacerlo), a momentos que nunca fueron: mis momentos. Registros, registros, registros. Palabras y fotos. Vagabundeos. En ello se me va la vida: menuda forma de retar a la muerte.

Quizá sería mejor simplemente reírse a carcajadas.

1 comentario:

caramelo dijo...

seria mejor que estes aca !!!!