1
La conciencia en sombras
me ha rasguñado como a la luna
podría hacerlo
un gato triste.
Hoy tengo una cita,
me dice la voz.
¿Me esperas?,
contesto.
Habrá quizá un momento claro
que, libre de excesos,
transite cerca.
Perdiz, perdiz:
Vous m'accompagnez, Madame?
I don't think so!
Mejor espérame en el cielo suelo.
2
Tres rojas agujas verticales
cerquita, cerca
cuelgan sin bailar
bailan.
Esa luz me está tapando el sol
¡Ay, ay, ay!
¿Para qué los espectros?
Yo ni siquiera quiero sol
Lo que quiero es...
3
No es un conejo lo que bailotea en el techo.
Es más bien una pezuña.
¿Una pezuña?
¡Que baile!
¡Que baile el búho en las estacas!
4
Vodka tres,
ron tres cincuenta.
Y eso que el vodka
a mí
me pone más melcocha que la fiebre.
El ron, en cambio,
de puro triste,
se me hace caramelo
en el riñón.
¿Se puede trasplantar un alma?
5
Perillas cables perillas cables.
En el vaso,
entre los hielos,
viene la canción.
Allá en el fondo,
tras un sorbete roji-blanco-verde
y unas gotas de limón,
me mira la cariátide azulina.
Sí, la que se besa con el alto
flaco-feo-triste-sucio-malo-tonto
que no soy yo.
Bueno, bueno,
lo cierto es que no está allí,
en el fondo,
y que tampoco me mira,
pero nada de eso quita,
que ese malo-sucio-tonto-triste
deba morir.
6
La melodía dice:
"¡El culo revienta!
¡El culo revienta!"
Yo me quedo cabizbajo
(a carcajadas)
para que no me atrape el futuro.
Así quizá en mi camuflaje
me pueda esquivar
de esa tromba coetánea...
Pero, ¿qué es "coetánea"?
¡Ah! ¡Mejor me callo!
7
Sola sola sola
tras la barra
ondulada y azul (eso por el foco)
así te vi.
¿Te vi?
Te imaginaba.
A quien veía era a tu amiga
poética, irascible, encantadora:
un mármol sin señal
una nube de sueño
¿Cómo? ¿Viniste sola?
No la vi, entonces.
¿La veía?
¿A quién veía?
¿Es que veía?
Princesa ondulada:
Di a tu amiga que en mi sueño,
nadie como ella
y pocas como tú.
8
Un rojo
un azul
Un rojo
un verde
Un rojo
un amarillo
Luego un rojo un azul un verde un amarillo
Luego algo así como un violeta
y un índigo y un púrpura
y un celeste y un durazno
y un melón y un frutilla y un naranja
y un triste plátano que se cuela
adiós a su racimo
olvidado y algo negro en las esquinas
abierto y grácil como un beso azucarado
dulce y crema como una esponja alegre.
¡Que no se diga!
¡Que no se diga!