Para Claudia
IDesde la ventana
que da al parque
sostiene su mirada la muchacha
que sueña con el mar.
II
Abajo
la urbe da vueltas
enlaza sombras y cristales
quiebra rumores y acompasa encuentros
vuelca en estertores multitud.
Pero la muchacha
ídolo de forma y de sosiego
ondula su melena ilusionada
y sueña con el mar.
III
¡Cuánta belleza se teje en su pupila!
¡Cuánto deslumbre la apuñala!
Los pétalos de uva de sus ojos
no reparan en estruendos o alborotos
y bailan a lo lejos
destellos cristalinos rocas verdes
ponientes dilatados
sobre el mar.
Una red absorta
urdida de laureles y futuros
pende alegre esperanzada
del cuarto y la ventana que divide
el cielo
el monte
el brillo
y su reflejo
y en amplios espejismos azulinos
se tiende dilatada tras los cerros
sobre frágiles tumultos
que luchan sobre el mar.
Un párpado absoluto cobija a la muchacha
pero ella ensimismada
parece no mirar.
IV
Ni parque ni urbe ni ventana
han visto a la muchacha que contempla
impávida y divina
su baile sobre el mar.
Se sucede entera la mañana.
Va cayendo la luz
repetida tras los cerros.
Entre las sierras
a lo lejos
brilla el viento en soledad.
Afuera continúa
el tumulto informe de hombres y momentos.
Los ecos y sus voces
rompen como olas
en escollos de tiempo y polvo de aire
al pie de la muchacha y su ventana sobre el parque.
Pero nada de eso importa.
La febril muchacha no perdona:
el mar es su horizonte y a él se debe
en él ha construido sus rumores
hacia él va dirigido
su dulce cavilar.
V
¿Quién espera a la diva entre la arena?
¿Por qué esa sed salina
de brisa y de marea?
¿Qué busca el rostro ansioso de su deseo de espuma?
¿Por qué
sirena inmóvil
allá a lo lejos siembras tus murmullos
anclada y pensativa
silente sobre el mar?
VI
A nadie es revelado el espejismo
del sino que se esconde en su mirada.
Atenta
delicada
oscurecida
la muchacha se obsesiona en su delirio
y lejos va del mundo y sus aureolas
lejos
hacia el fin del horizonte
lejos
hacia el mar.
El pálido bullicio de la tarde
tiembla quejumbroso acobardado
en torno a la muchacha pensativa
que mira sin mirar.
VII
Desde la ventana
que da al parque
sostiene su mirada la muchacha
que sueña con el mar.
(Quito, 2005)
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