domingo, 29 de septiembre de 2013


Si la vida es como el río que corta la montaña,
atado a la caída y en feroz carrera a su extinción.

Si existir es transitar el tiempo que carcome,
voltear las páginas del espejismo,
sembrar fogatas bajo la lluvia y la nieve.

Si la vida es el error,
el loco atrevimiento de inventarte,
el amor que te busca y que te pierde entre la bruma.

¿Qué es la muerte, entonces,
sino este silencio del agua,
esta tarde enorme sin minutos,
esta atroz conciencia de mi estómago
vaciado de ti?

En esta esquina en la que yazgo ensombrecido,
pidiéndole unas gotas de luz a mi pasado,
acaso entiendo que la muerte no respira bajo tierra:
ella nos teje y nos habita
                                        desde los pulsos hirvientes de la carne.



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