viernes, 3 de diciembre de 2010


Una piedra en el piso como el filo de una daga.
Un paso
dos, tres
el remolino de un páramo en picada
y el horror de un horizonte en telas púrpuras.

Te extraño tanto
tanto, tanto.

Es un aliento frío alrededor de mi cintura
un alacrán de polvo trepándome las grietas de la tarde
un golpe como un año
como dos
vislumbre del crepúsculo que es principio, fin y todavía.

¡Te extraño tanto
tanto, tanto!

La última fibra de mi sal evita que me pudra
refugio de aprendiz ante la muerte
página de arena derramada tan por el costado de mis huesos.

Es tanto, amor,
y tan vacío.

Como la roca sin señal.

Como el rostro del adiós entre los pájaros.

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