martes, 26 de abril de 2011

Recuerdo II


Silvana y Mauro
como dos niños perdidos jugando en el calor de la autopista.

Ella me confunde y me saluda
enrolla un cigarro
(un ojo más arriba que el otro)
gira sobre sus dientes sonreídos.

Él por ahí
juntando unos centavos
rascando con sus pasos la piel de la avenida.

La gente no tiene nada
ni qué comer
ni dónde dormir
ni hilos de colores con los que bordar los banquetes del futuro
[que imagina.

Se camina como se contempla una nube o se respira el viento:
saltar de esquina en esquina es un asunto de fe.

Él tiene medio siglo cuando engulle la merienda
(un solo diente le ha dejado el crack).

Ella es una niña cuando nos cuenta de su hija que la olvida.

Vamos los tres en busca de agua
y un carro que nos lleve al hogar que no tenemos,
pero la noche es tan seca
tan lejana la estación,
las sonrisas y los juegos tan poca cosa entre el silbido del tiempo que
[se escapa.

Si de cada plato de comida sacamos un mendrugo
unos pocos sorbos de cada una de esas jarras
tendremos suficiente, ¿verdad?
¿Quién podrá ayudarnos de toda esta gente que pasa como un
[batallón de moscas asustadas?

Silvana, Mauro
como dos juguetes del destino
como dos meteoros quemándose en los cielos
apenas nacida la noche del mundo.

(João Pessoa, Brasil, 16/05/10)

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