Mierda, estómago, cálmate.
Poco hay esta mañana que no sea ella deambulándome entre oreja y oreja.
Curioso: conozco bien este sentimiento, pero nunca lo he sabido controlar.
—¡Hola!
—Espera, llámame luego.
—Espera, llámame luego.
¿Es dulce o amarga esta sensación de no estar en control de nada?
Again: tu-ti-tu-ti-tu-tu
—Oye, yo te extraño en serio.
—Ya sé: malo.
Piiiiiiiiiii… Teléfono en mi, pero bemol, con una B enorme. Mentira: es el corazón, que ha muerto un poquitín.
Y el estómago sigue, vaciándose de pena inútil.
Nervioso nervioso. Descompuesto.
En fin, nada hay nuevo aquí:
Le bonheur est dans l'amour l'état anormal.
¡Diablos!
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