viernes, 25 de diciembre de 2009


La laguna me golpea con una ráfaga blanca.
No sé si siento alivio o rencor
(ni pretendo averiguarlo);
simplemente avanzo,
un metro dos
y me detengo entre una nube de vapor.

Soy una mancha que empuja su cansancio por el páramo.

Si tan solo supiera del calor que me espera
(agotada la penuria).
Si pudiera intuir mi redención,
ese amor total,
que ha venido en un bus,
y me espera en una plaza.

¡Si pudiera ser algo distinto a esta espina en la borrasca!

Pero no
no puedo;
me deshago entre gotitas de hielo y una fatiga que hierve.

Y no hago más que avanzar,
como una hormiga,
por la inmensidad de lo creado.

martes, 15 de diciembre de 2009

Viento entre los maíces
y el agua fría que resbala.

Del otro lado del cañón pintadas unas torres:
el pueblo que no he de ver,
tantos y tantos que se escapan.

Hacia el norte el macizo nublado es un augurio agotador.
Soy tan, tan chiquito.
¡Tan un punto en la ladera!

Resoplo,
traqueteo,
goteo mi calor sobre el asfalto,
como marcando el camino para poder volver.
No tengo ningún temor ante el riesgo de perderme,
aunque sé que lo haré.
Es lo que busco.

sábado, 31 de octubre de 2009

Hastío


Otra noche se alarga hacia la aurora.
Silencio total.

Me recrimino con iracundia la torpeza de continuar triste.
Mis mejillas maquilladas de sal,
y yo rabioso contra mí.
¡Debilidad!
¿Acaso hay algo que merezca una congoja así, tan definitiva?

Ah, qué hacer, a quién invocar, contra qué muro estrellar la angustia de cada desconsuelo.

Quiero salir a gritar contra mí. A insultar cada pedazo que me queda y molerlo a bastonazos hasta que no quede más que un charco sin queja posible. Quiero ahogarme en alaridos, en borbotones, en espasmos. Batirme con una cólera que no deje ni una sola gota de mi pena.

Quiero, simplemente, dejar de recordar.


De bruces


De pronto otra vez la espina en el pecho.

Tanto, tanto dolor.

Basta tan solo un segundo para retomar la caída. Como si ni un solo minuto hubiese transcurrido. Como si nada fuese posible más que este precipicio. Como el aroma de este pozo tan azul.

¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo con rencor! No hay engaño mayor que el de mi pecho sin ti.

Es enorme la derrota, tan enorme.

¿Parto por algo que no seas tú? ¿Es que me alejo hacia otro que no sea yo mismo? Dime: si no has de estar en parte alguna, ¿a dónde voy?

La madrugada está llena de lágrimas, otra vez. Y son las mismas. Las mismas.

Ni un solo día he parado de estar muerto.


martes, 20 de octubre de 2009

Death equals forgiveness (y viceversa)


No es que ella se haya ido,
o que el viento haya enfriado estas paredes sin color.

No es que haya pasado sobre mi amor y mi piel,
o que su fantasma persista en rondar mis callejones.

Tampoco es que su calor vuelva a ser un hervidero en mis entrañas,
o que yo aún caiga en los abismos de cada objeto que dejó olvidado.

Ni siquiera es que la ame en la memoria que me queda,
o que el recuerdo mismo sea todavía un abanico de luz.

Al contrario.

Es que el olvido se hace carne,
tan carne como el gusano en la tumba.


viernes, 25 de septiembre de 2009

Ascensión


Cada vez que permanezco en las aceras,
las calles se vacían hacia los bordes de la tarde.

Por la avenida irrumpe el cielo en desbandada,
surcos de alcantarilla pueblan un arrebol de suelo
(un negro que se aferra con cada pie que avanza).

Me acuerdo de ti.

Un vislumbre me revela meandros confusos,
callejuelas que pueblan el ocaso de la luz.
Millares de cristales se agolpan en los muros
mientras un ejército de ratas explora el basural de cada esquina.

Piso, firmeza de tormenta.

Debo escapar,
pienso.
Debo subir.

Entonces me encaramo hacia las nubes,
como anhelando el abismo de la altura.

Avanzo.
Sucumbe el pajonal ante mi paso.
Tejo con soberbia un sendero medroso entre mis piernas.
Soplo sobre el viento con fuerza de diluvio.

He ahí el alarido,
cargado de resoplos sin vapor:
¡Tan solo un metro más, un golpe, un muro!

Antes de que el vendaval me devuelva a los conjuros sucios que he dejado,
me asomo ante el vacío,
como un guijarro de aire entre el celaje.

Y me acuerdo de ti.

(Porque siempre, siempre me acuerdo de ti.)



jueves, 17 de septiembre de 2009

Noche sin silencio


Siento la necesidad de algo cuyos contornos no puedo definir.

Siento que el tiempo de un gran giro está por consumarse, por concluir, por dejar de ser, sin que ello signifique que esté yo por llegar a algún lugar o que se avecine algo concreto sobre lo cual sostener mis pasos. No hay primera vez para sentirse distinto, pero ahora soy menos yo que nunca. Algo me lleva a detenerme, me llama a dar dos pasos al costado de mí mismo y pretender observar con cierta calma lo que se oculta en este hervor de mi espíritu. Presiento, como si se tratase del asalto furtivo de una idea tan antigua como el mundo, que he presenciado la develación de un secreto, aunque no sepa —ni pueda saber— de qué estoy hablando en realidad.

Todas las oraciones posibles existen: han existido ya por siempre, aunque a la vez no sean nada más que polvo invisible hasta que una boca las pronuncie. Y entonces son cosa viva, sí, pero solamente para esa boca, para esa voz, en ese breve fulgor que supone toda existencia. Nuestras palabras están condenadas al fracaso y nosotros las acompañamos en su culpa. Ellas y nosotros somos la misma cosa. Siempre.

Nada me corresponde. Nada me justifica. Camino, leo, miro, duermo, pienso, amo... Más que la constante peregrinación en búsqueda de sentidos, intuyo que nada hay tan absoluto como cada paso que se da. Y luego nada. No es que me busque, ni que busque nada más: es que soy siempre yo el encontrado por el mundo en su inagotable movimiento. He ahí la naturaleza divina de las cosas. He ahí mi humanidad.

Soy una pluma sobre el vendaval. Soy una pared de granito. Soy mis dientes y la sal que en su saliva se endulza.

Soy lo que sea capaz de decir que soy. Y nada, nada más.

lunes, 7 de septiembre de 2009

El luto en flor


Uno, negación:
Este capricho tuyo
no es más que la tarde
cargada de una ceniza pasajera.

Dos, distorsión:
Tropiezo, tropiezo,
a pesar de que no he abandonado mi asiento.

Tres, ira:
Con carne he de pagar
esta carne que me duele.

Cuatro, culpa:
Mi mano no deja de golpear mi rostro.
Yo la consiento. Le estoy agradecido.

Cinco, soledad:
Como una esquirla en mis pulmones.
Como un tonel de roca atado a mis tobillos.



Solo el tiempo hará que me libere de este miedo a claudicar.


domingo, 30 de agosto de 2009

L.


Busco el olvido en el silencio de mí.

Busco no verte más.

Ansío un aparejo que me rescate en el declive,
un colchón al cual caer.

Hoy te escuché: infantil arrebato,
labio sobre labio del recuerdo,
un hueco en este hueco de la tarde.

Hay días tan tristes como diluvio de una sola gota.

Y sigues siendo tú, ahora, quien merece mi estertor.

¡Quiero ser capaz de perdonarme!
¡Quiero ser!
¡Quiero ser!





Día 0

(borra borra y va de nuevo)




sábado, 15 de agosto de 2009

viernes, 24 de julio de 2009

La terraza


Quiero recordarte así.

(Miro una foto en la que te imagino recortada por un viento que tiembla entre los techos de una gran ciudad. ¿Puedes verte? Tu pelo parece continuar los hilos de ese horizonte aglomerado de vidrios, vigas y maderas. Una de tus manos descubre tu rostro de ojos semi-cerrados por el frío. La otra aún se mueve, bordeando una sonrisa que solo existe para mí, mientras el resto de tu mueca se dibuja tal como habría de ser desde el principio de los tiempos. Atrás la ciudad se desgaja, articulada únicamente por artilugio de mis recuerdos imaginados.)

***

A trasluz de la mañana,
descansas, mujer,
bajo el aliento de tus estrellas.

No quiero dejar de verte así,
en franco manantial de madrugada,
sonrisa sin misterio,
amor inmortal como la piedra.

Todo adiós es un destierro,
y ensombrecido como estoy al borde de mi memoria,
busco un asidero en esta imagen de ti.

Cuida (¡te lo ruego!) tu secreto,
esa locura que nos sustrajo del mundo,
ese cobre móvil que te envuelve aun,
esa miel que nos bañó.

Para nosotros
es simplemente tan triste y tan tarde.

martes, 14 de julio de 2009

Sosiego


Si dicen:
"Se seca el diluvio".
¿Qué hacer?

Si bajo los ruinosos aparejos de aquello marchito,
una llama, chiquitita,
como de eclosión sideral.

Si en la bruma descendida con bruscos alegatos de ceguera,
un camino, de candiles,
como recuerdo de un sueño.

Si tan solo una brizna del polvo negro,
hirsuta en el confín de un arco iris,
como ruina sin vestigio.

Si dicen:
"Somos luz",
yo le hago muecas al dolor.

viernes, 10 de julio de 2009

The waste land


Ella,
tan separada de mí a través de un velo que inventamos.

Yo, como una lengua muerta.

He danzado en espasmos de clavel y pluma roja.
He brincado como flor
(y la primavera en mí es un risible catafalco funerario).

Giro, nervioso, inmóvil en el tiempo.

Sin piedad olfateo el espejismo al que confié el vaivén de mis rumores.
Persisto en juntar toda la piel.
Soy un ávido latido de limosnas.

Cada recuerdo, un puñal.

El último amor
es
en realidad
el primero.


domingo, 5 de julio de 2009

Poema de la ira


¡Amor!
Cuelga una hilacha enredada entre las púas,
entre gotas que revientan mi cielo primordial,
aquí y allá
aquí y allá
nube pestilente.

La noche vibra en carne rota
y yo me desgarro los ojos como gritando un vendaval
como pudriendo mis labios bajo los rincones de cada sorbo que me quema.

¡Muerte, muerte, puta muerte!
Despiadada córnea, dolor en rojo que se revuelca, herida vertical.
He de matarte en mí como se mata a un asesino,
con un odio de siglos, de sangre bullente en aversión.

Muerta, maldita, sobre tu cadáver escupo.
¡Escupo! ¡Escupo!
Como si con ello fuese yo un poco menos fango bajo el fango,
un poco menos estiércol de mí.

¡Ah, muerte! ¡Ay, puta muerte!
¡Ay, amor!


"Para ir al infierno no hace falta cambiar de sitio ni postura".
(Alberti: Sobre los ángeles)

lunes, 22 de junio de 2009


¡Ay pozo furibundo!
¡Ay misterio!
En la caverna
de oscuras perlas esmaltada
yace sin vida un talismán.

Mi talismán.

martes, 9 de junio de 2009

Primer aniversario


En la soledad del campo blanco
se yergue un monumento venerable.
¿Soberbia de la nieve sobre el árbol?
¿Jactancia del ramaje en la blancura?

Tan solo presencia.

Gotas de leche
sobre dedos de carbón.
Al igual que mi anhelo de memoria,
el tronco lanza sus golpes en el aire
que los pacifica.

Danza fija de fiereza y calma.

Nada debe moverse.
Pero todo se mueve.

...


(Hoy se cumple un año, Bariloche.)

martes, 28 de abril de 2009

Diario de Trufil Weihstal, 28/abr/1916

Me acerco a los 30 años, y nada sé.

Desconozco todo de mi vida. No sé cuáles han sido mis triunfos ni cuáles mis fracasos. Ignoro si el futuro ha de proveerme algo más o menos luminoso que lo que alcanzo a explorar en las arcas de mi pasado; y apenas comprendo a lo que me refiero cuando releo en la frase anterior aquello de "luminoso".

[...]

Como un enorme lago al que no le abastece lo suficiente el agua que los arroyuelos en sus bordes acumulan de la lluvia, que marcha en mutismo de piedra verde hacia un fin tan inexorable como cualquier atardecer, avanzo, avanzo en frenético desconsuelo.

¿Pero a dónde?

[...]

Hiervo, mas no digo nada.

Fallezco, mas no imploro.

Infernal y a la vez calmo: soy un cielo en llamas.

viernes, 27 de marzo de 2009

Visita

Dos frente a una nuera anciana. Viuda también. A pocos metros la heroína, esqueleto que apenas respira en un camastro. Le visitamos de Patrimonio, dice mi amigo; extiende uno de nuestros folletitos. Yo no sé leer, dice ella. Luego contempla juguetona la identificación que pensábamos nos garantizaría algo de apertura. ¿Esta es mama Tránsito? No, ese soy yo. Ah..., ¿me regalas?

El cuerpo senil se mueve. Duerme en perpetua agonía. Hace poco su edad superó la de cualquier siglo. Todo papel llevaron militares, dice la nuera. Nada queda. ¿Podemos saludarla?, pregunto. Lúcida es, todo recuerda. Háblele.

La leyenda nos ignora. Solo un pellejo que yace, un fantasma, no podríamos interesarle menos. ¿Qué podría interesarle aun?

Ondea un prado amarillo mientras nos alejamos.


Amaguaña, ama-wañuy:
No no no, muerte, no no no.

lunes, 16 de febrero de 2009

exp: mar 2013

Enrumbo hacia la farmacia con una vaga idea de aseo personal en la cabeza. Shampucito, jaboncito, espumita, axecito… ¡Ah! Payaso 10, pleasure balloons.

Ahora: siempre es complicado elegir, y a menudo uno termina por llevar cualquiera. Contemplo las opciones y empiezo a pensar en todas las veces que me he repetido en ello. Encima pa que falten cuando más uno los necesita. Waste of time. “¿Oiga, no venden cajas grandes de esto?” El del chalequito dice que sí.

Resultado: ni shampucito, ni jaboncito, ni espumita, ni axecito…


Qué chuchas. Hoy amanecí optimista.

domingo, 8 de febrero de 2009

No son los muertos los que en dulce calma...

No son los muertos los que en dulce calma...

No son los muertos los que en dulce calma...

No son los muertos los que en dulce calma...

No son los muertos los que en dulce calma...

(Qué muertito me siento. Qué muertito soy.)

domingo, 1 de febrero de 2009

Hope is a useless emotion

Doña Esperancita me dice que se casó a los dieciséis años. De alguna forma debía escapar de los golpes que su padre empezó a darle al enterarse de su pérdida de año en el colegio. A que aprenda, carajo. ¿El futuro? Brillaba, por supuesto. Cali, Colombia: mujeres como flores y sendas golpizas a mano de su nuevo galán, nada lento en coleccionar amantes y borracheras (vaya ahí, macho). Se extiende la letanía: Venezuela, Panamá… Diga, Héctor Mario, qué buenas que están en todas partes, ¿no? Más patadas para la quiteña.

Su siguiente escape, con ayuda de su suegro, no sirvió de mucho. Ay, mi vida, yo he cambiado, yo la quiero. Esperancita, Esperancita, ¿en serio se dejó convencer? Y dale a los palos; ni siquiera habían pasado Pasto. Resumen: nuevo escape, nuevamente a la ciudad que la hizo nacer. "¡Nunca más en mi vida vuelvo a conocer a un hombre!"

No sé por qué no me sorprende enterarme de que, en 1981, ella era enfermera en la clínica donde yo nací. Ah, ya decía yo: Nos habíamos visto antes.

Edad: Diría que unos 50.
Signo: Piscis.
Abortos: 4.

Mientras ella me sigue sirviendo canelazos, yo empiezo a dejar de avergonzarme por quejarme tanto de lo aburrido que me resulta fingir que trabajo por mil dólares al mes.

¿Cómo era que dijo Jorge Luis? “Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, la tierra y el mar, y todo lo que realmente pasa me pasa a mí”.

¿Ya ve, doña Esperancita? A usted nunca le ha pasado nada.

Sírvase otro, por fa.

jueves, 29 de enero de 2009

Salta un guijarro en la mañana

Yo, penumbra:

¿Por qué este ardor de decadencia?


Cada vez que trato de imaginar la siguiente curva me asalta la certeza de no saber nada en absoluto del camino. STOP. Doy un giro en panorámica y al término estoy perdido por completo.

Como al principio.

(Digo “cada vez que trato”, solo que yo nunca trato.)

Salta otro / salta otro / saltan todos

Ay, esta alma chatarrita.

martes, 20 de enero de 2009

Months après

Amanece un vómito en el ánimo. Sí, sí: voy. El bus no traquetea, pero me parte tener que soportarlo. Más allá, la calle, tedio de garúa sobre los adoquines (y este cielo que ya casi nunca estalla). Bueno, la grada por la que ahora subo no es tan fría como mis espectativas. Ah, Kurtz: el horror, el horror. Que alguien arranque la cabeza de esta vieja sapo, meta una granada en la boca de este ministrete gris.

Ah, ya, los papeles... Qué bonita esta memoria histórica.

Yo no recuerdo nada.


¡Ni un solo puto paso!
¡Ni uno solo!