martes, 15 de diciembre de 2009

Viento entre los maíces
y el agua fría que resbala.

Del otro lado del cañón pintadas unas torres:
el pueblo que no he de ver,
tantos y tantos que se escapan.

Hacia el norte el macizo nublado es un augurio agotador.
Soy tan, tan chiquito.
¡Tan un punto en la ladera!

Resoplo,
traqueteo,
goteo mi calor sobre el asfalto,
como marcando el camino para poder volver.
No tengo ningún temor ante el riesgo de perderme,
aunque sé que lo haré.
Es lo que busco.

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