lunes, 28 de octubre de 2013

la sanación


purga el vómito los pliegues
entorpecidos de la carne

tras los rostros del espanto
entre las ramas estrelladas
que penetran en la tierra
como golpes afilados
de vida y sombra
aparece el soplo del amor

el fuego crepita
en el centro del miedo
y lo disuelve
brindándole sus rayos
sus ancestrales voces
el cántico infinito
de lo que vive
en las entrañas de la luz

en este manto azul
que es todo lo que existe
en esta noche iluminada
soy la cordillera
soy el mar
soy ese pétalo sonriente
esa nube que me ocupa
la ronca voz de mis hermanos
el rostro de mi abuela adolorida
que ya busca el silencio
el rasgo puntiagudo del deseo
el mío y el de todos
el pálido anhelo
de lo que desde lejos
me habita
el aire que rodea la pluma
el dulce rumor de la sangre
el reflejo de los cerros en mis ojos
el manantial que nunca se detiene
el inocente abrazo del amigo
los labios tiernos de la tierra
que me besan los pies
y me iluminan

nada está por fuera
de este pecho
nada queda exento
de mi pálpito

todo se ha disuelto
en la mañana del tiempo
sin necesidad
sin urgencia
tan simple como el crujir
de la hojarasca
en mi absoluto interior
que no es nada sin mí

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